sábado, 31 de diciembre de 2011

Fin de año bloguero

Quería despedir este año 2011 con los datos sobre estos primeros seis meses de vida del blog:

66 entradas, 41 seguidores y más de 22.000 visitas.

Gracias a todos los que me leéis, seguís y comentáis. Esta bitácora ha pasado de ser un blog que nació un día de aburrimiento a una afición que me tomo bastante en serio.

¡FELIZ AÑO NUEVO!



Aquí tenéis los enlaces a las “cápsulas” de historia del año 2011:

martes, 27 de diciembre de 2011

Miguel de Cervantes Saavedra

Retrato de Miguel de Cervantes.

Miguel de Cervantes Saavedra nació probablemente en Alcalá de Henares (Madrid) entre el 29 de septiembre y el 9 de octubre de 1547.

A lo largo de su agitada vida estuvo encarcelado en España y sufrió un cautiverio en tierras otomanas. Vivió la gloria de “Lepanto” y el fracaso de la “Armada Invencible”. Vivió, escribió, luchó y padeció. Residió en Alcalá, Valladolid, Madrid, Esquivías (La Mancha) e Italia.

En 1569 el rey Felipe II manda arrestar a un tal Miguel de Cervantes por herir en un duelo a Antonio Sigura. Si el Cervantes que aparece en la orden del rey español es “nuestro” Cervantes eso explicaría su partida a tierras italianas, a la Italia española. Ya en Italia, y tras otros menesteres, se alistó como soldado en los gloriosos Tercios españoles. Hecho que le llevó a participar el 7 de octubre de 1571 en la batalla de Lepanto donde luchó con valentía y en la que fue herido hasta tres veces, una de estas heridas le inutilizó la mano izquierda, por lo que le apodaron como “el manco de Lepanto”.

Su vida militar no acabó ahí, tras varios meses recuperándose de sus heridas la retomó, volviendo a combatir a los otomanos en Corfú (Grecia).

El 20 de septiembre de 1575 Cervantes y su familia partieron de Nápoles, con rumbo a España pero, debido a una tormenta, la goleta en la que viajaban se separó del resto de la flota y fue atacada por tres naves corsarias al mando del albanés Arnaute Mamí. Tras el combate Miguel de Cervantes y su hermano Rodrigo fueron apresados. El escritor portaba dos cartas de recomendación para Felipe II del mismísimo Juan de Austria (hermanastro bastardo del rey de España, y comandante de la flota cristiana en Lepanto) con el objetivo de conseguir un ascenso. Estas cartas hicieron pensar a sus captores que los hermanos Cervantes tenían una posición económica muy elevada y pidieron un cuantioso rescate por ellos.

Fueron trasladados a Argel (Argelia). En 1577 Rodrigo fue liberado, tras un rescate pagado por sus hermanas Andrea y Magdalena (supuestamente prostitutas que consiguieron el dinero tras un pleito con un rico madrileño en el que le pedían una indemnización porque, al casarse, no podrían beneficiarse de él como cliente), pero Miguel continuó entre rejas, aunque intentó escapar de presidio hasta en cuatro ocasiones, fallidas por supuesto. Su libertad tuvo que esperar hasta el 19 de septiembre de 1580, cuando su familia pudo pagar el rescate. Pasó cinco largos años preso.

Portada de la edición princeps
de 
El ingenioso hidalgo don
Quijote de la Mancha (1605).

Con 37 años Miguel de Cervantes de casó con Catalina de Salazar y Palacios, de solo 18. En 1587 ingresó en la Academia Imitatoria (primer círculo literario madrileño) y, además, fue nombrado Comisario Real de Abastos (recaudador de especies) para la Armada Invencible.

Y, por fin, en 1605, se publicó en Madrid su obra El Ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha, primera parte de la novela que lo haría universalmente famoso. En 1614 apareció en Tarragona la supuesta continuación, falsa, de El Quijote, de un tal Alonso Fernández de Avellaneda (aunque este nombre en realidad era solo un seudónimo), y en la que utilizaba el prólogo para proferir insultos contra Cervantes. En 1615, ya sí, Cervantes terminó y publicó la segunda parte de su obra maestra.

Miguel de Cervantes fallece entre el 22 y el 23 de abril de 1616. Fue enterrado en el convento de las trinitarias descalzas, pero a día de hoy no se conoce la localización exacta de su sepultura.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

El final de las “Guerras Italianas”

Batalla de Gravelinas. Continuación de la cápsula “Se montó la de San Quintín”.

Batalla de Gravelinas.
Ya os hablé la semana pasada de la batalla de San Quintín, en la que los franceses salieron bien escaldados, pero se ve que para Enrique II de Francia no fue suficiente. Preparó un ejército de aproximadamente 14.000 soldados que puso al mando del Duque de Thermes.

Con este nuevo ejército invadió el Flandes español. Un ejército español les interceptó el 13 de julio de 1558 en la ciudad de Gravelinas (ciudad del noreste de Francia, hoy en día). Thermes pensó que la fuerza española era una pequeña avanzadilla puesto que era imposible que el grueso del ejército español se presentara con tanta rapidez, así que mandó atacar. Pero no era una avanzadilla, era el ejército que iba a plantarles cara, y lo comandaba el Conde de Egmont (primo del rey español). Los españoles eran superiores en número, por poco, unos 4.000 hombres más.

Tercios españoles en formación de combate.

Comienza la batalla con las cargas de las distintas caballerías hasta que la pólvora cobra protagonismo, los arcabuceros españoles disparan sin piedad, primero sobre la caballería francesa y después sobre la infantería. No tienen rival. Egmont, al frente de la caballería española, manda cargar mientras una flota anglo-hispana (el Duque de Guisa conquistó Calais a Inglaterra) les apoya desde la costa, descargando su artillería sobre la retaguardia francesa.

El resultado de la batalla fue un nuevo “San Quintín”, las tropas de Enrique II huyeron del Flandes español, dejando en el campo de batalla 12.500 hombres, incluido su comandante, Thermes, que fue apresado, y por el que Francia tuvo que pagar un rescate. Solo 1.500 franceses lograron escapar. Sus banderas y artillería fueron capturadas.

Grabado representativo de la Paz de Cateau-Cambrésis.
Las bajas españolas ascienden a 300, algo casi habitual en esa época, donde la infantería española, con los tercios a la cabeza, era temida en todo el mundo.

Con esta batalla Felipe II ponía fin a las “Guerras de Italia”, firmando en 1559 la Paz de Cateau-Cambrésis junto a Francia e Inglaterra.

Con motivo de la paz firmada, se celebraron distintos festejos. Uno de ellos era un duelo en el que participó el propio rey francés, enfrentándose a un capitán de su guardia. El soldado francés atravesó el ojo del rey con una lanza, herida que le causó la muerte.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Se montó la de San Quintín

Bonita frase pero… ¿sabes de donde procede?

Mapa de 1557. En amarillo los territorios españoles en Europa.
Para conocer su origen debemos retroceder hasta mediados del Siglo XVI, a San Quintín (en francés Saint-Quentin), ciudad situada en el noreste de Francia, cercana a lo que un día fueron los Países Bajos españoles. En esta ciudad se produjo una gran batalla entre Francia y España, en la que los franceses fueron, prácticamente, masacrados.

En 1556 las tropas de Enrique II, rey de Francia, atacaron Nápoles y el Milanesado, bajo soberanía española, en su ansia por hacerse con las pertenencias españolas en Italia. Algo que Francia intentaba (sin éxito) desde hacía décadas, y que he mencionado en más de una entrada en el blog (La batalla de Bicocca y La Liga de Cognac). Los franceses fueron despachados de Italia por el III Duque de Alba y su ejército.

Manuel Filiberto, Duque
de Saboya.
En cuanto la noticia de ofensiva francesa llegó a oídos del entonces rey de España, Felipe II, ordenó invadir Francia. Las fuerzas españolas, apoyadas por flamencos, alemanes, borgoñeses e ingleses (Felipe II solicitó apoyo militar a su segunda esposa, María Tudor o María I de Inglaterra) contaban con entre 40.000 y 60.000 hombres. Se adentraron en territorio francés y realizaron una maniobra de distracción, plan ideado por su comandante, Manuel de Filiberto, Duque de Saboya, que consistía en atacar las ciudades francesas de La Champaña y Guisa. El grueso del ejército francés se dirigió entonces a las ciudades asediadas por los españoles, creyendo que toda la fuerza hispana se concentraría allí.

El 2 de agosto de 1557, el ejército de Felipe II se dirigió entonces a San Quintín, que no contaba con hombres suficientes para aguantar la embestida española. Los refuerzos galos no tardaron en llegar, más de 35.000 hombres al mando de Anne de Montmorency.

El 10 de agosto Montmorency intentó tomar la ciudad, pero no ideó una buena estrategia, intentó acorralar al  ejército imperial sin éxito. Los arcabuceros españoles crearon el pánico entre el enemigo, no dejaban de disparar, con tanta dureza que los 5.000 mercenarios alemanes al servicio de Francia se rindieron. Los galos se vieron sobrepasados, eran inferiores en número y no estaban bien situados en el campo de batalla, caían como moscas y no lograban hacer nada para remediarlo. El propio Montmorency fue capturado por un soldado español, de nombre Sedano (no es la primera vez que hablo aquí de un soldado que captura a alguien “importante”).

Las bajas francesas ascendieron a 25.000, entre muertos, prisioneros y heridos; toda su artillería y 50 banderas fueron capturadas. Las bajas españolas no llegan a 300, casi cien veces menos.

Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
Para conmemorar la victoria Felipe II mandó construir el monasterio de San Lorenzo de El Escorial, ya que el 10 de agosto, día de la batalla, es festividad de San Lorenzo.

Una curiosidad muy curiosa es que hoy día las ciudades de San Lorenzo de El Escorial (España) y Saint-Quentin (Francia) están hermanadas, no tienen guasa…

Continuará…

miércoles, 14 de diciembre de 2011

¿Sabías que…

…el primer ferrocarril de España se construyó entre 1835 y 1837, cubriendo el trayecto entre La Habana y Bejucal?

Un momento… ¿La Habana?, ¿Pero eso no está en Cuba? En efecto, el primer ferrocarril de España se erigió en Cuba, que por aquella época seguía siendo española, para el transporte de caña de azúcar.

En la península no hubo tren hasta el 20 de octubre de 1848, cuando se acabó de construir la línea Barcelona-Mataró. Línea que habitualmente, y de forma errónea, se trata como la primera de España. 

lunes, 12 de diciembre de 2011

¡Gracias Guardia Civil!

Ha llegado a mi correo electrónico un recorte de periódico. Se trata de un artículo, publicado el 16 de octubre de este año en “La Voz de Galicia”, en el que Pablo Mosquera, fundador de Unidad Alavesa, dedica unas palabras a la Guardia Civil. Simpatizo con su postura y por ello os muestro el artículo íntegro:

¡Gracias, Guardia Civil! Por Pablo Mosquera

Mientras los políticos hablan, la Guardia civil sigue trabajando. Mientras los políticos quieren adjudicarse el triunfo sobre ETA, la Guardia Civil no descansa y mantiene sus operativos, que han sido el núcleo central sobre el que gravita el exitoso acoso a la banda Mientras los políticos caen una y otra vez en tentaciones mediáticas de conferencias en las que se da protagonismo a ETA y su entorno, la Guardia Civil detiene a sus comandos. 

Mientras el candidato a seguir en el Gobierno trata de apuntarse el éxito del final  del terrorismo, la Guardia Civil celebra su patrona recordando a más de 200 agentes asesinados por los gudaris. 

Dice el Cantar de Mío Cid: «qué buen vasallo, si tuviese buen señor». Son 167 años de servicio a España Desde la austeridad casi franciscana de aquellas casas cuarteles en la España rural, hasta las modernas instalaciones actuales. Algo tiene este cuerpo que transmite orgullo de padres a hijos para seguir -polillas- el servicio en las más diversas circunstancias, incluida la del riesgo que hemos compartido en silencio, sin un paso atrás en el País Vasco, para llegar hasta hoy, en que la perseverancia ha dado sus frutos, dejando claro que la colaboración internacional ha sido más eficaz en la medida que se ha permitido la presencia de la Guardia Civil en territorio de Francia. 

He visto a jóvenes recién salidos de Valdemoro y veteranos oficiales y suboficiales compartir en Sansomendi de Vitoria momentos duros; lo mismo en Llodio, un emplazamiento que ETA quería borrar de la faz de la Tierra, o a las unidades de información y del GAR realizar su trabajo en los momentos más difíciles, casi desesperados de la lucha contra el MLNV, cuando parecía que iban ganando. A mis escoltas de la unidad de élite de la policía vasca los sometía a un test. Consistía en acudir regularmente al bar de jefes y oficiales de la Guardia Civil en Vitoria. Solo me servían los que no se quedaban fuera. Con el tiempo, eran ellos mismos los que me pedían entrenar con sus hermanos mayores del Instituto armado. 

No debemos olvidar nunca lo que este país le debe al benemérito instituto donde enseñan que hay dos cuestiones básicas en la vida: el servicio a España y el honor. Con gentes así paisanos en estado puro, dedicados a cuidar de los demás, este viejo territorio puede dormir tranquilo.

Patrulla del GAR (Grupo Antiterrorista Rural).

Y este escrito me ha recordado a otro del gran Arturo Pérez Reverte, publicado en XLSemanal hace tiempo, en el que también elogia la labor de la Guardia Civil, con un toque de sentimentalismo, y que dice tal que así:

El Picoleto Por Arturo Pérez Reverte

En la sierra de Madrid anochece gris, brumoso y sucio. Llevo todo el día dándole a la tecla y me apetece estirar las piernas, así que me enfundo la cazadora de piloto del Güero Dávila y salgo a dar un paseo. Cae una llovizna fría, y el agua en la cara me espabila un poco cuando bajo hasta el bar de Saturnino, que está junto a la carretera, en busca de un café. El camino pasa por la iglesia, en cuyo porche me entretengo un rato con don José, el párroco, que está allí con su eterna boina, como un centinela en su garita. Qué te parece lo de ese pobre chico, dice. Y me cuenta. Hace sólo unas horas, muy cerca de aquí, dos heroicos gudaris han asesinado a un joven guardia civil cuando éste se llevaba la mano a la visera de la teresiana para decir buenas tardes. Hablamos un rato del asunto, el páter me cuenta los detalles que ha oído en la radio, y luego me despido y sigo mi camino bajo la lluvia.

Cuando llego al bar, llueve a cántaros. Digo buenas tardes, me apoyo en la barra sacudiéndome como un perro mojado, y pido un cortado con leche fría. Saturnino, que es grande y tripón, deja la partida de mus y pasa al otro lado del mostrador mientras sus contertulios aguardan, pacientes. En la tele, sin sonido, hay un concurso idiota; y en la radio Rocío Jurado canta como una ola, tu amor llegó a mi vida, como una ola. Enciendo un cigarrillo. Junto a mí, en la barra, están cinco albañiles de las obras cercanas; son tipos duros, de manos rudas, manchados de cemento y yeso. Fuman y beben cubatas y carajillos de Magno mientras comentan lo del picoleto muerto, a su estilo: nada que ver con las tertulias políticamente correctas que uno escucha en el arradio ni con los circunloquios del Pepé y el Pesoe. Por lo menos, comenta uno de ellos, un etarrata se llevó lo suyo. Y lástima, añade el otro, que no le dieran un palmo más arriba, al hijoputa. En los sesos. Ése es el tono de la charla, así que tiendo la oreja. Otro cuenta cómo el segundo guardia, herido en el brazo derecho, aún tuvo el cuajo de seguir disparando con la izquierda. Y el del paraguas, añade otro. Ése que pasaba de paisano y corrió a ayudarlos con el paraguas de su mujer como arma. Compañerismo, opina un tercero. Y huevos, apunta otro. Sabe Dios cuántos guardias civiles han muerto ya con esto de ETA, dice alguien. La tira, confirman. Ha muerto la tira. Y ahí siguen, los tíos. Aguantando mecha sin decir esta boca es mía. ¿Os acordáis de sus hijos muertos en las casas cuartel?.

Me quedo oyéndolos un rato mientras doy unos tientos al café infame de Saturnino. A veces son como son, comenta un albañil. Tarugos de piñón fijo. Pero hay que reconocer que siempre están donde tienen que estar. ¿No? Martínez, les dicen, ponte ahí hasta que te releven. Y Martínez no se mueve de ahí aunque se hunda el mundo o lo maten. Por ciento ochenta mil pelas al mes que cobran. Y sin sindicatos, que tiene guasa la cosa. Eso vale algo, dice otro. O mucho. La prueba es que la gente dice que tal, cual; pero cuando tienes un problema, ni Gobierno ni rey, ni leches. De los únicos que de verdad te fías en España es de la Guardia Civil. Los cinco siguen un rato comentando el asunto. Y en ésas, como si estuviera preparado, se para afuera un coche verde blanco con pirulos azules. Por la ventana veo como salen dos guardias; otro empuja la puerta y entra. Es un guardia joven y alto. Tal vez se parece al que acaban de matar. Hasta es posible que pertenezca al mismo puesto Villalba, o al vecino de Galapagar. El guardia dice buenas tardes, se quita la teresiana y viene hasta la barra. Un café, por favor, le pide a Saturnino. Solo. Al entrar se ha hecho un silencio. Los albañiles lo miran y hasta los del mus se olvidan de los duples y del órdago. Cuando tiene delante el café, el picoleto saca del bolsillo dos aspirinas, y se las traga con unos sorbos. Qué le debo, pregunta, echándose la mano bolsillo. Saturnino va a abrir la boca, cuando desde el grupo de los albañiles le hacen un gesto negativo. Está invitado, rectifica Saturnino. Por los caballeros.


El guardia se vuelve hacia el grupo y mira un instante sus monos y ropas manchadas. Sus caretos masculinos y honrados, solemnes, sin afeitar, fatigados de todo el día en el tajo. Los cinco lo observan muy serios. Gracias, dice. Algún albañil inclina un poco la cabeza. Nadie sonríe ni dice una palabra. El picoleto se pone la teresiana y se va. Y yo me digo: me han ganado por la mano estos cabrones. Tenía que habérseme ocurrido. Ese café habría debido pagarlo yo.


¡GRACIAS, GUARDIA CIVIL!, Artículo de Pablo Mosquera.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Tratado Germano-Español de 1899: últimas posesiones asiáticas

Al acabar la guerra Hispano-Estadounidense, ambos países firmaron el Tratado de París, en el que Estados Unidos se hacía con Cuba y Puerto Rico en América, y Filipinas y Guam en Asia. Lo único que España sacaba de provecho de este acuerdo eran 20 millones de dólares que debería pagar EE.UU.

Filipinas (izquierda), Islas Carolinas (abajo) e Islas Marianas (arriba derecha).

Pero Filipinas y Guam no eran las únicas posesiones hispanas en el Sudeste Asiático, las Islas Carolinas y las Islas Marianas quedaron fuera del armisticio, por lo que continuaban siendo de soberanía española. Hablamos de decenas de islas. Pequeñas islas que, tras la pérdida de Filipinas, eran difíciles de controlar, defender y gobernar.

Nukuoro Atoll, ínsula circular de las Islas Carolinas.
[Fernando de Magallanes descubrió las Islas Marianas en 1521 en nombre del Rey de España, desembarcando en Guam y bautizando el archipiélago como Islas de los Ladrones. Las Islas Carolinas no fueron pisadas por un Europeo hasta el 22 de agosto de 1526 cuando el español Toribio Alonso de Salazar las descubrió.]

España puso en venta ambos archipiélagos y el II Imperio Alemán se interesó sobremanera por ellas. Este interés venía de años atrás cuando los alemanes intentaron hacerse con ellas, teniendo que mediar el Papa León XIII y fallando a favor español.

Esta vez, de buenas maneras, Alemania se hizo con las islas, pagando una buena suma por ellas.

Aunque el Tratado Germano-Español es un gran desconocido ha influido en la neutralidad española en la Primera y Segunda Guerra Mundial. Ya que una ocupación japonesa o estadounidense hubiera obligado a España, posiblemente, a entrar en el conflicto.

El 12 de febrero de 1899 se firmó el acuerdo de venta, que decía tal que así:

Moneda española con resello alemán.
Disposición 1º: El Imperio Alemán reconocerá en dichas islas a las órdenes religiosas españolas los mismos derechos y las mismas libertades que reconozca á las misiones de las órdenes religiosas alemanas.

Disposición 2º: El Imperio Alemán dará al comercio y á los establecimientos agrícolas españoles el mismo trato y las mismas facilidades que dé en los referidos Archipiélagos á los establecimientos agrícolas y al comercio de súbditos alemanes.

Disposición 3º: España podrá establecer y conservar, aun en tiempos de guerra, un depósito de carbón para la Marina de guerra y mercantes en el Archipiélago de las Palaos y otro en el Archipiélago de las Marianas.

Disposición 4º: El Imperio Alemán indemnizará la cesión de los territorios supradichos mediante la suma de 25 millones de pesetas, que serán abonados a España.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Enlaza "La Guarida de Viriato"


Querido lector de humildes artículos. Si posees un blog, página, foro o similar y deseas enlazar con esta bitácora, deja un comentario en esta entrada con la dirección y nombre de tu página o manda un correo electrónico a laguaridadeviriato@gmail.com.


Te contestaré por la misma vía que me hayas facilitado los datos y te añadiré a la lista de "Páginas Amigas".


lunes, 5 de diciembre de 2011

Una farmacia con 5 siglos

Imagen actual de la fachada de la Farmacia Esteve de Llívia.
En los Pirineos existe una farmacia de origen medieval, fundada a principios del siglo XV, que despachó medicinas hasta 1942, cuando su propietario decidió echar el cierre. Hoy en día la farmacia es un museo en el que podemos contemplar utensilios con los que, a lo largo de sus cinco siglos de historia, creaban los remedios que despachaban.

Lo interesante de esta historia no es que aún exista la botica, ni que sea una de las más antiguas de Europa conservadas, sino el lugar en el que se encuentra, la localidad de Llívia.

La villa de Llívia es una ciudad de la provincia de Gerona. Pero no es un municipio más, Llívia pertenece a España pero está rodeada completamente por territorio francés. Es un exclave español en el país galo.

Localización de Llívia.

La razón por la que esta población se encuentra “aislada” de esta forma hay que buscarla en el siglo XVII, cuando España y Francia firmaron en 1659 el Tratado de los Pirineos que pondría fin a la Guerra de los Treinta años. En el acuerdo España cedía a Francia las comarcas catalanas del Vallespir, el Capcir, el Conflent, el Rosellón y la Alta Cerdaña. Llívia se quedó fuera del traspaso gracias a que Carlos I de España y V de Alemania le otorgó la consideración de “villa”.


Así pues, desde el siglo XVII, España perdió el dominio de 33 pueblos españoles, y Llívia quedaba separada de su capital (Gerona) por algo más que kilómetros, por un país.

jueves, 1 de diciembre de 2011

El infierno de Krasny Bor


La batalla de Krasny Bor. 6.000 contra 45.000. No siempre gana el mayor.

En 1943 las tropas alemanas cercaban la ciudad de Leningrado. Los soviéticos, en un intento de acabar con el cerco idearon la “Operación Estrella Polar”, que implicaba un gran asalto a las posiciones españolas de la División Azul en Krasny Bor.

A las 6:40 de la mañana del 10 de febrero, a 25 grados bajo cero, entre 700 y 800 piezas de artillería rusa, compuesta de cañones, baterías, morteros y katyushas (lanzacohetes) comienza a caer en Krasny Bor, en una franja de no más de 5 kilómetros. Los 5.900 soldados (4.500 españoles y el resto alemanes) que defienden la posición caen a cientos, muertos y heridos. Más de dos horas después la artillería cesa, pero la aviación soviética (que entre los españoles se conocía como La Parrala, porque no sabían por donde aparecería) comienza a dar pasadas sobre las líneas españolas.

Foto: GrandesBatallas

Cuando acabó el gran despliegue de artillería, preparatorio de lo que se avecinaba, los divisionarios que aún estaban enteros cogieron sus armas y se situaron en posición, aprovechando los cráteres dejados por los proyectiles.

El ejército rojo les embistió con cuatro divisiones de infantería (44.000 hombres), apoyadas por dos batallones de cañones anticarro, una brigada motorizada, dos brigadas de esquiadores y dos regimientos acorazados con casi 100 tanques (la blau no disponía de carros de combate).

Soldado Ponte Anido.
La superioridad del ejército de la URSS era clara, y más teniendo en cuenta que durante el bombardeo se produjeron en la División Azul aproximadamente 1.000 bajas, entre muertos y heridos. Pero los españoles no se dan por vencidos y luchan hasta el último aliento, hasta el último cartucho y hasta la última granada. Cuando ya no les queda nada se enfrentan cuerpo a cuerpo. Las bayonetas soviéticas hacen estragos entre los divisionarios.

La ofensiva acaba, por fin, dejando entre 2.000 y 3.000 bajas españolas, de ellas 300 prisioneros (incluido el Capitán Palacios). Pero más se dejó el enemigo en el campo de batalla, más de 15.000 bajas produjeron los españoles al ejército comunista, además de detener su avanze.

Capitán Urbano Gómez García. Luce
en la manga derecha dos emblemas
por destrucción de tanques con
medios de fortuna.
Aquí palabras del General Aramburu Topete donde cuenta una heroica acción del divisionario Antonio Ponte Anido durante la batalla: […]desearía resaltar la abnegación de todos los combatientes y, como ejemplo más destacado, no puedo dejar de mencionar la acción de uno de mis enlaces, el soldado ANTONIO PONTE ANIDO, al cual envié con un parte al PM del Bón de Zapadores antes de estar cercados. En las cercanías de dicho PM vio que un carro de combate T34 estaba haciendo fuego sobre una "isba" utilizada como puesto de socorro. No dudó un segundo, cogiendo de un campo de minas cercano, una M42, se lanzó como si fuese un "kamikaze" debajo del carro, volando con él. Por esta acción le fue concedida la Cruz Laureada de San Fernando. 

Otra acción reseñable, la del Capitán Urbano, que él solito destruyó dos carros de combate rusos, uno colando una granada por la escotilla y otro colocando una mina en las cadenas.

“Duro es el invierno, duros son los rusos, pero más duros somos nosotros” (Frase exacta: Duro es el enemigo y duro es también el invierno ruso. Pero... ¡no importa! Más dura es aún mi raza.) General Muñoz Grandes.

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